miércoles, 21 de noviembre de 2012

EDUCAR EN SOLIDARIDAD

La solidaridad es un valor que debe fomentarse y fortalecerse. Es un valor maravilloso donde las personas se pueden situar en el lugar del otro y ofrecer la ayuda que éstos necesitan contribuyendo a un mundo más respetuoso con el prójimo.

Para que los niños comiencen a experimentar este sentimiento solidario primero deben tener la idea propia de ellos mismos la cual es diferente a la de los otros. De esta forma, cuando los niños hayan adquirido la idea del “yo” pueden ubicarse en el lugar del otro sintiendo la situación  en la que éste está.

Ya a los dos años de edad los niños tienen conciencia y sentimientos morales, presentando respuestas empáticas frente al dolor o sufrimiento de otras personas. También les pueden nacer conductas prosociales tales como cuidar, ayudar y compartir, entre otras. Para esto, el desarrollo cognitivo de los pequeños, la interacción social que ellos tengan y el ejemplo de los padres y el entorno es esencial.


Con estos tres pilares (desarrollo cognitivo, interacción social y ejemplo del entorno), los niños desarrollan valores instrumentales (imaginación), valores morales (honestidad, responsabilidad, etc.) y valores sociales (igualdad, justicia, etc.), formando su personalidad hacia un ser solidario.

Desde la edad mencionada, cuando los niños ya comienzan a entender las emociones del otro, se aconseja que se les vaya transmitiendo estos valores: hablarles de lo correcto e incorrecto, de lo que a otras personas les faltan y necesitan y, consecuentemente, de cómo ellos pueden ayudarlos en dichas carencias.

Y para que los pequeños puedan internalizar los valores y lo que se les está transmitiendo, es menester que los padres y su entorno se muestren como ejemplos a seguir, demostrándoles que esos valores rigen su vida cotidiana y siempre están presentes.

En este sentido, aquellos padres con estilo democrático serán los más exitosos ya que estos padres emplean el razonamiento y enseñan a los niños a tener presentes las consecuencias de sus acciones, promoviendo valores de autodirección y prosociales. En cambio, aquellos padres con estilo autoritario o liberal no llegan a buen puerto en este punto.

En conclusión, para educar a los niños en la solidaridad hay que tener presente los tres pilares mencionados y contribuir en las casas a un clima afectivo, una buena comunicación y demostraciones de afecto para que los niños puedan legitimarlos y logren tener una buena predisposición e internacionalización para los mensajes y valores que os deseen inculcar.

Acompañando esto último, las familias deben propiciar márgenes y limites de autonomía a los niños para que éstos tengan su propio criterio y tomen decisiones siendo responsables de las consecuencias de las mismas.

También deben transmitir los valores con eficacia; hay que ser claros y coherentes (no contradecir palabras y hechos); y compartir y reflexionar juntos sobre distintos acontecimientos y cómo se puede ayudar. Se debe lograr que los niños se involucren e interesen en dichos hechos.

1 comentario:

  1. Hola.
    La solidaridad es uno de los valores más importantes que existen, si además comienza a cultivarse desde la infancia, mejor porque así lo aprenderán antes.
    La declaración firmada por Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1959 es uno de los documentos con más poder para luchar por los "derechos del niño". Particularmente el artículo 29, porque hace referencia a la Educación y eso es probablemente el arma más eficaz que exista.
    Muchos saludos.

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